Donald Trump da un nuevo paso en su escalada proteccionista con una especie de declaración de guerra comercial a todo el mundo. El presidente de Estados Unidos ha decidido imponer aranceles recíprocos en su comercio exterior. Eso, en principio, implica gravar las compras a sus socios comerciales con tasas equivalentes a las que estos imponen a las exportaciones estadounidenses. Sin embargo, Trump equipara a aranceles todos los obstáculos estructurales, regulatorios e incluso fiscales. En particular, quiere imponer a la Unión Europea aranceles como respuesta al impuesto sobre el valor añadido (IVA), que Washington interpreta sin fundamento como una barrera comercial. Además, Trump ha anunciado que aprobará pronto aranceles para los coches, los chips y los productos farmacéuticos.
Los aranceles aún no están fijados ni entrarán en vigor inmediatamente, sino que Trump usará la amenaza como herramienta de negociación para reducir el disparado déficit comercial de la primera economía del mundo. Trump ha firmado este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca un memorando que pone en marcha un proceso administrativo para que la oficina del alto representante comercial (USTR) y el Departamento de Comercio comiencen a calcular los nuevos gravámenes. Ese proceso se superpone al abierto el pasado 20 de enero, su primer día en el cargo, cuando puso en marcha una investigación sobre las prácticas comerciales y monetarias desleales, con el foco puesto en los países con los que Estados Unidos tiene déficit comercial.
Habrá que esperar a que se desvele la cuantía de los aranceles por países y la fecha de aplicación. La reciprocidad no será estrictamente simétrica, sino que tomará en cuenta todo lo que Estados Unidos considere prácticas injustas, sean regulatorias, monetarias, fiscales o de otro tipo. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, propondrá la tarifa concreta con todos los ingredientes en la coctelera y se ha comprometido a tener los cálculos listos el 1 de abril para que Trump pueda actuar. Para los países frente a los que Estados Unidos tiene mayor déficit comercial, será cuestión de semanas, ha dicho el presidente.
El republicano se comprometió durante la campaña electoral a imponer a cualquier país que cobre un arancel sobre un producto fabricado en Estados Unidos “el mismo arancel exacto” por sus productos. A principios de la semana pasada ya habló de ello desde el Despacho Oval de la Casa Blanca. “Hay una palabra: recíproco. Yo impondría ahora mismo aranceles recíprocos para todos, porque muchos de los países a los que parece tan horrible la forma en que Trump los trata y dices: ‘Oh, el presidente Trump es tan terrible con ellos’, pues ellos nos cobran aranceles. En la Unión Europea es un IVA, que está por las nubes, es algo similar a un arancel”, sostuvo.
El IVA es un impuesto al consumo que grava los productos interiores y los foráneos y, en ese sentido, no es una medida proteccionista, aunque los productos que se exportan desde la Unión Europea están exentos de IVA y sujetos a los impuestos indirectos de los mercados de destino, que en Estados Unidos son mucho menores que en Europa. Conceptualmente, el IVA no es en absoluto equivalente a un arancel, pero el asesor comercial del presidente, Peter Navarro, los presenta sin fundamento como el “ejemplo paradigmático” de las prácticas comerciales injustas.
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